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DÁCIL CÁRDENES

Te ayudo aquí

Durante mi carrera profesional, especialmente en mi época en la aseguradora Sanitas, pude acompañar a personas en todos los rangos de edad, desde la infancia hasta la tercera edad, y en múltiples problemáticas como ansiedad, depresión, obsesiones, compulsiones, bulimia, anorexia, trastorno por atracón, adicciones, trastorno adaptativo, duelo o estrés postraumático. Esta época fue un auténtico Máster, iba todo el día con los libros bajo el brazo y supervisando casos continuamente.

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Dácil Cárdenes

En la actualidad

Mi práctica clínica está centrada principalmente en adultos, aunque soy muy fiel a las personas que alguna vez atendí, y todavía hoy recibo a los que hace años eran niños, hoy convertidos en adolescentes.

Gracias a la versatilidad que me ofrecieron mis comienzos profesionales, en la actualidad atiendo dificultades diversas: trastornos de ansiedad, del estado de ánimo: depresión o trastorno bipolar. Trastorno límite de la personalidad, y de la conducta alimentaria, especialmente bulimia o trastorno por atracón. Infertilidad. Compulsiones. Duelos y acompañamiento en el proceso de morir. Y lo relacionado con el estrés postraumático por diferentes causas, como el maltrato, agresiones físicas, sexuales o psicológicas, accidentes, cirugías, enfermedades, o por negligencia en el cuidado durante el periodo de la infancia y la juventud.

Junto a mi práctica clínica desarrollo diferentes formaciones pensadas y creadas para cualquier persona que esté interesada en seguir con su crecimiento y sanación emocional. Los talleres están relacionados con la gestión de la ansiedad, la regulación de la relación con uno mismo y con las relaciones interpersonales, así como con el trauma complejo.

Tratamientos

La ansiedad tiene que ver con algo que está siendo demasiado. A veces, tiene que ver con abarcar más de lo que mi Sistema Nervioso Autónomo puede gestionar con calma. Sin darnos cuenta, a lo largo del tiempo diferentes frentes emocionales se presentan desbordando nuestro sistema. Esto que está siendo demasiado, muchas veces viene de la mano del miedo, la culpa o la vergüenza de ser. A veces nos persigue lo que hicimos, el miedo a lo que está por venir, o al resultado de mis decisiones frente a los demás. El miedo, en la ansiedad, suele ser relacional. Habitualmente el miedo que nos afecta intensamente, tiene que ver con la mirada que las otras personas puedan tener sobre nosotros, el miedo a ser juzgados y rechazados nos quita la seguridad y, por lo tanto, la posibilidad de sentirnos tranquilos y a salvo.

Miedo en sombra

Cuando el miedo adquiere mucha intensidad y el Sistema Nervioso ya no lo puede tolerar podríamos decir que el sistema se apaga entrando en lo que conocemos como depresión, donde los impulsos hacia los demás, hacia la vida, hacia hacer cosas o hacia la curiosidad, se bloquean y la persona pasa a vivir en un estado de “apagado” en el que el interés se anula y la fuerza física para el movimiento deja de estar plenamente disponible. 

El trauma, es una desregulación del Sistema Nervioso Autónomo causada por una situación o situaciones de las cuales no podíamos escapar o en la que no teníamos los recursos suficientes para afrontarla y elaborarla. Generando un estado de alerta, de evitación o de apagamiento del sistema, que en un intento de supervivencia deja de metabolizar la experiencia emocional que acaba por desregular todo el Sistema Nervioso siendo la causa de múltiples trastornos psicológicos, somáticos y relacionales.

Los duelos son partes naturales de la vida que está en movimiento y en constante cambio, donde lo que hoy es, mañana deja de ser. La impermanencia de la vida es algo que en nuestra cultura occidental y en nuestra manera de entender la realidad no está integrada. Esto nos lleva en múltiples ocasiones a desarrollar mucho sufrimiento en la pelea por mantener situaciones, incluso a personas que ya no están o que se quieren marchar de nuestras vidas. La angustia que genera la pérdida del trabajo, una pareja o un familiar, suelen derivar en múltiples problemas de ansiedad y depresión. 

Los trastornos de alimentación, igual que la ansiedad o la depresión, son medidas de supervivencia donde la persona está intentando dar solución a su angustia vital. En algún momento de la vida esto fue una estrategia funcional, pero que, mantenida en el tiempo sin actualizar, se ha encapsulado como un método compensatorio que ya no se ajusta a las nuevas necesidades de la realidad emocional, relacional y vital. Bajo los trastornos de alimentación hay una necesidad poderosa de calmar la angustia, a veces, ni siquiera sentida, que permanece disociada, pero el cuerpo, en su atracón, restricción o purga, cuenta una historia desesperadamente.

Mi método

Al comienzo de la terapia lo más importante es construir el vínculo terapéutico, para ello la escucha, la conexión y comprensión profunda del sufrimiento de la persona que está delante son fundamentales. Hay un cuidado exquisito en que la escucha sea limpia, con una absoluta ausencia de juicios, de valoraciones propias o de mis propios criterios como persona. El respeto por la experiencia y vivencia hacia quien tengo delante son imprescindibles para mí. 

Mi escucha está compuesta de seis patas fundamentales, el propio relato, lo que simultáneamente el cuerpo cuenta en sensaciones físicas, el tono emocional que existe al contar la propia historia, si aparece algún pensamiento o significado, algunas imágenes o recuerdos y si surge algún comportamiento. Todo ello tiene sentido y lo vamos desarrollando juntos durante la terapia. Mi observación es multicanal y atiende a las palabras, pero también y especialmente al cuerpo y a las emociones, dado que en ellos está guardado el relato profundo que a veces las palabras no pueden contar. Mi formación en la regulación del Sistema Nervioso y en cómo funciona nuestro cerebro tanto a nivel subcortical, en sus capas más profundas, como a nivel de procesamientos cognitivo, en su parte más reciente, evolutivamente hablando, hacen que todo lo que sucede en una sesión de terapia esté lleno de significado.  

Tal como entiendo la terapia, ésta tiene que proporcionar un lugar seguro donde cada persona se siente tranquila, respetada y cuidada en su historia y en su propio proceso. Un espacio donde ofrecer algo diferente a lo experimentado hasta ahora y una escucha llena de presencia y validación. Esto hará que se pueda metabolizar lo que está pendiente y realizar los cambios que son necesarios en este momento vital.

Juntos y juntas vamos construyendo el ritmo terapéutico. De alguna forma, mi función es la de acompañar hasta los lugares que las personas pueden ir y al ritmo al que pueden hacerlo en este momento de su vida. 

Poco a poco la escucha y la observación de uno mismo con honestidad y valentía permiten una mirada amable hacia uno mismo que facilitan el cambio y el autocuidado. 

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