La ansiedad es un proceso que se desarrolla poco a poco y que finalmente nos detiene para que volvamos a escuchar al cuerpo.
En la depresión el sistema emocional entra en estado de “apagado” donde se pierde la fuerza y la energía para ir hacia fuera.
El trauma se instala en el cuerpo, en el mundo subcortical, desregulando el Sistema Nervioso Autónomo que necesita asimilación.
El duelo se produce como consecuencia de una pérdida significativa, que necesita ser integrada en la nueva realidad.
Para comenzar un proceso terapéutico las personas muchas veces necesitan sentir que hay algo que quieren cambiar y que solos no pueden hacerlo. No obstante, el espacio terapéutico puede ser un acompañamiento para diferentes situaciones de la vida, desde la toma de decisiones hasta un problema emocional abrumador. Lo ideal sería no esperar a que el sufrimiento emocional comience a afectar a la vida cotidiana, pero frecuentemente este suele ser nuestro mejor indicador de que es el momento de acudir a psicoterapia.
Las sesiones de terapia se componen de un diálogo de escucha profunda donde atiendo la historia que cuenta la persona al mismo tiempo que escucho-observo la historia que cuenta su cuerpo. Que ambas estén en sintonía son clave en el proceso terapéutico.
Ésta es una pregunta difícil de responder puesto que cada problemática es diferente en cada persona, cada uno vive su experiencia de forma particular y dentro de unas circunstancias determinadas. Lo importante sería sentir que avanzamos hacia una sensación de mayor estabilidad, regulación y calma emocional.
La frecuencia ideal suele ser acudir una vez por semana, para que al final del mes por lo menos nos hayamos visto 4 hora. No obstante, esta frecuencia puede ser relativa y va a depender también de cada persona, no todo el mundo necesita o puede sostener el mismo ritmo. Esto lo valoramos juntos y hacemos el traje a medida que cada persona necesita para que la terapia sea un espacio que construya y no asfixie.
La terapia podríamos decir que es un “cocido a fuego lento”, es un trabajo que requiere de tiempo y cuidado. Si esto está presente las sensaciones de tranquilidad y alivio comienzan a aparecer junto a microcambios en la vida cotidiana que hablan de que algo nuevo está sucediendo y, por lo tanto, que el tratamiento está funcionando.
En las sesiones online la bioenergética de las personas obviamente no está presente, pero sin duda alguna, y como ya han demostrado diferentes estudios al respecto, cuando hay conexión y escucha profunda durante las sesiones, ya sean online o presencial, se activan las mismas regiones del cerebro que facilitan la sanación. Por lo tanto, no es tan importante el medio, como la capacidad de conexión del psicoterapeuta.
Cuando los cambios vitales son suficientemente estables y la regulación emocional se mantiene, las personas de forma espontánea comienzan a sentir que el fin de la terapia ha llegado. Mi función es acompañar también este proceso de cierre y despedida.
La psicoterapia ofrece un entorno de seguridad que facilita la relación con uno mismo y con otro, en un lugar de calma y respeto. Esto permite que las personas experimenten una nueva posibilidad relacional que comienzan a buscar e incorporar en sus vidas, generando, más allá de la terapia, vínculos sanos donde poder apoyarse y con el tiempo prescindir del terapeuta. No obstante, la conexión, las sensaciones de libertad y seguridad para ser quien soy, que se generan durante las sesiones de psicoterapia suelen ser excepcionales y por lo tanto de gran valor. Por lo que es posible que se quiera repetir cuando se vuelva a tener un reto vital.
Se pueden abonar las sesiones en efectivo, por bizum o transferencia.